jueves, noviembre 09, 2006

Noviembre


O la luz bajo los cedros, mágica lluvia que endulza el otoño, rincón donde crecen los duendes. O tus ojos de gato; o tres décadas en las manos, llenas de tantas cosas que no son importantes, cajones que rebosan y encuentras en el fondo, envuelto en telarañas, lo poco que te llevarías. O el misterio de tejer cada día, de remendar agujeros y colgar de la pared ausencias irreversibles.

O la elegancia de un ciprés en el día de difuntos, árboles de cementerio que funden la tierra con el cielo; ese otro plano donde la realidad es la luz bajo los cedros, y todo lo demás un pálido reflejo; donde los sentidos son uno y respiran la esencia de los siglos. O despertar rastreando tu piel, envolverme en abrazos de luna, desnudos sobre el fin de los tiempos;

nada más

hay eterno.

lunes, octubre 09, 2006


Si cambiara del miedo
le senda doblada
los ojos callados
las manos tan vueltas
sentarme en la lluvia
volcarte las flores
besar tus esquemas
pintarme los labios
mordernos la lengua

palomitas de maíz
cada resto de tus dudas

Desescamarte la responsabilidad
las cosas serias
truncarlas en malabares

con tus reservas
un circo de pingüinos

jueves, mayo 25, 2006

Los deseos




Los deseos son una especie de secretos que sólo nos contamos a nosotros mismos; desde pequeños aprendemos que los deseos se piden, pero no se dicen. Téngase en cuenta que los deseos no son cosas que se quieren, sino que se anhelan. El truco está en que no tenemos sobre ellos ninguna certeza. Se desea detener el reloj, o acelerarlo para que llegue algún momento… los deseos siempre enlazan con el tiempo. Se desean de verdad los cuerpos sólo cuando se desean las almas, cuando buscamos una unión imposible con otra persona. Dice Martín Garzo que amar es tratar de descubrir un secreto en el otro.

Se pueden hacer muchas cosas con los deseos; por ejemplo, tratar de recordar cual fue el primero. O bien, trate de hacer un inventario con todos los deseos que ha pedido a lo largo de su vida e imagine qué habría sucedido de cumplirse todos.

Es de suponer que quien no esconde un deseo ha muerto: incluso aquel que se olvidó de sí mismo guarda un deseo. Todas las personas guardan dentro de sí un anhelo profundo, alguno que escribieron con tinta imaginaria cuando eran pequeños y guardaron en un cofre. Sólo hay que volver a mirar al niño, volver a encontrar ese deseo, porque seguramente guarda lo mejor de cada uno, o lo mejor para cada uno; todo por lo que luchamos un día y que con los años ha ido quedando enterrado en el desván de nuestra conciencia. Todos enterramos un tesoro en el parque, con aquel pájaro que murió, y debemos volver allí, apartar las hojas secas y desenterrarlo; ser capaces de volver a buscar a ese niño que se quedó mirando la tierra, que aún espera, ayudarle a escarvar y devolverle el cofre y liberarnos. Tal vez eso es la literatura.

sábado, mayo 20, 2006

Oración (abril)

Señor,

No nos des ilusiones cada día.
No nos hagas construir cobijos
con alas de libélula.
No tapes con cortinas nuestros miedos.
Déjanos cada día
derrotar al dragón de la desidia.
Señor, no pongas una valla
delante del abismo;
déjanos ver el fondo,
sentir la tentación de caer,
querer flotar sobre las aguas,
rompernos la cabeza entre las piedras.
Y si alguna vez tropezamos, Señor,
no nos levantes;
para que podamos caminar
con paso firme, Señor,
no nos ampares.

Oración (marzo)

Que pueda pararme bajo la lluvia;
que no quiera permanecer.
Que no recuerde tus manos,
que no importe el reloj.

Que no tengas más significados,
que no quiera repetir tu nombre.
Que no lo piense ni lo escriba en el aire;
que no dibuje sueños.
Que no seas viento ni recuerdos.

Que no me peine para ti;
que no te vea en el espejo.

Que no estés en mis mañanas,
que no venga tu memoria.
Que no se vaya la certeza:
que no alimente los posibles.

miércoles, marzo 29, 2006

Hasta pronto

Por diversos motivos, dejo el blog durante un tiempo; espero que no sea mucho, tal vez un par de meses. Gracias a todos los que habéis estado al otro lado, gracias por vuestros comentarios, críticas y aliento; intentaré regresar lo antes posible. Echaré especialmente de menos "escuchar" a Félix y al Sabio Frestón; en cualquier caso, y como suele decirse, ¡esto no es una despedida!

miércoles, marzo 08, 2006

Meditación

Como un pasillo; una vez hubo una salida. Tú estás al final; lo sé porque me has llamado varias veces mientras caminaba. Me desoriento; me enredo en mis pasos y tropiezo con la pared. No hay luz aquí. Quiero salir al bosque, quiero ponerme un vestido blanco y danzar alrededor de la hoguera. De vez en cuando me paro; no puedo evitarlo. No es suficiente la idea de la luz ahí fuera; a ratos no quiero seguir, sólo encogerme y permanecer aquí; no importa para siempre. Escucho mis propios pensamientos: son como un eco que retumba. Quiero acallarlos; quiero escuchar otra voz pequeña, dentro de mí. Escuchar a la niña; sé que sigue ahí.

Espera. La he encontrado, camina de mi mano. El pasillo es un poco más ancho. Está asustada. No me reconoce; yo no era así, ahí fuera. Yo corría con ella por la playa, le lanzaba el agua del mar. Yo le ayudaba a contar las estrellas; le enseñé a no tener miedo. A desear siempre algo. Ahora no me reconoce, quiere que la saque de aquí. Le digo que tal vez sea ella la que conoce el camino, tal vez si me dejo guiar… los pensamientos son más débiles. Le pido que me hable del mundo ahí fuera; casi lo he olvidado. Me habla de una brisa, junto al mar. El mar debe ser algo tan hermoso… me habla de una noche clara de verano. Me dice que no debo rescatar todos los recuerdos, sólo los buenos. Que cavaremos juntas un agujero en la arena, y en él enterraremos todas las cosas malas. Lloro. Ella aprieta fuerte mi mano, pero me dice que no debemos detenernos. Que tú esperas al otro lado. Le digo que ahora ya casi no escucho mis pensamientos, pero aún tengo miedo. Miedo de que ella se marche otra vez, contigo sólo quiero ser esa niña. "No olvides ese cielo", me dice, "y seguiré a tu lado". "Tú me enseñaste a soñar; yo te recordaré cómo se hace: cierra los ojos".

Lo recuerdo. Un cielo estrellado y el murmullo de las olas. El olor del mar. Crepitaba una hoguera. Siento su calor en el rostro. Abro los ojos. Estoy en el claro del bosque; tú estás a mi lado. Entre los árboles, la niña hace un gesto para despedirse; sé que, aunque se marche ahora, seguirá conmigo. Cojo tu mano y te sonrío: también yo debo marcharme, aún tenemos un camino por recorrer. Pero volveremos a encontrarnos aquí, frente a la hoguera, tal vez para siempre.

lunes, febrero 13, 2006

Puedo llenar folios enteros de palabras,
pero seguiré guardando tantas cosas…

Quisiera escribir un poema que fuera
como esta canción que escucho:
un poema capaz de suspenderme en el aire
como esta melodía.

Quisiera decirle a alguien
que me enamoré cuando caminó hacia atrás
para representar el viento.

A los que no tienen la confianza suficiente para preguntarme,
quisiera decirles tantas cosas…
Sobre todo, a quienes siempre están,
que no falten nunca.

Ser capaz de anudarme en algo pequeño,
para entregarme a los que quieren escuchar.
Recorrer el camino hacia atrás
para agradecer a quien, sin saberlo, cerró alguna herida.
A quien supo ver que algo brillaba en el fondo
y se agachó para entregármelo;
a quien metió los pies calzado en el río
para ponerme a secar en la orilla.

Quisiera, sobre todo, creer en el firme propósito
de no callar nunca a partir de ahora;
pero pondré tres puntos al final de estos versos,
y seguiré guardando tanto…

martes, enero 03, 2006

Hay un tanque cubierto de hojas aparcado frente a la embajada de Gran Bretaña; unos metros más abajo, el mendigo de todos los días apura los últimos tragos de un cartón de vino. La muchacha que hoy tiene turno de noche le ofrece un cigarrillo al pasar. A la misma hora un joven disfrazado con traje termina la jornada laboral; con el nuevo año ha ganado algunos kilos y ha perdido el gesto de aflojarse la corbata. La muchacha recuerda unas manos en su piel, manos que la mujer que con mal gesto se coloca el moño ha olvidado hace mucho tiempo. Colgado del brazo opuesto, su marido repasa mentalmente las facturas mientras se repite que va a matar al proveedor, pero contiene la ira cuando siente una punzada en el pecho y la imagen amenazadora del médico borra el recuerdo de las facturas. A esa misma hora el médico toma un sándwich de diez minutos con el residente, mientras compadece internamente la falta de experiencia del chaval. El chaval compadece la falta de ilusión del médico, y mira de reojo la pantalla del móvil por si tiene algún mensaje de la muchacha, algún mensaje de su piel.