jueves, mayo 25, 2006

Los deseos




Los deseos son una especie de secretos que sólo nos contamos a nosotros mismos; desde pequeños aprendemos que los deseos se piden, pero no se dicen. Téngase en cuenta que los deseos no son cosas que se quieren, sino que se anhelan. El truco está en que no tenemos sobre ellos ninguna certeza. Se desea detener el reloj, o acelerarlo para que llegue algún momento… los deseos siempre enlazan con el tiempo. Se desean de verdad los cuerpos sólo cuando se desean las almas, cuando buscamos una unión imposible con otra persona. Dice Martín Garzo que amar es tratar de descubrir un secreto en el otro.

Se pueden hacer muchas cosas con los deseos; por ejemplo, tratar de recordar cual fue el primero. O bien, trate de hacer un inventario con todos los deseos que ha pedido a lo largo de su vida e imagine qué habría sucedido de cumplirse todos.

Es de suponer que quien no esconde un deseo ha muerto: incluso aquel que se olvidó de sí mismo guarda un deseo. Todas las personas guardan dentro de sí un anhelo profundo, alguno que escribieron con tinta imaginaria cuando eran pequeños y guardaron en un cofre. Sólo hay que volver a mirar al niño, volver a encontrar ese deseo, porque seguramente guarda lo mejor de cada uno, o lo mejor para cada uno; todo por lo que luchamos un día y que con los años ha ido quedando enterrado en el desván de nuestra conciencia. Todos enterramos un tesoro en el parque, con aquel pájaro que murió, y debemos volver allí, apartar las hojas secas y desenterrarlo; ser capaces de volver a buscar a ese niño que se quedó mirando la tierra, que aún espera, ayudarle a escarvar y devolverle el cofre y liberarnos. Tal vez eso es la literatura.

sábado, mayo 20, 2006

Oración (abril)

Señor,

No nos des ilusiones cada día.
No nos hagas construir cobijos
con alas de libélula.
No tapes con cortinas nuestros miedos.
Déjanos cada día
derrotar al dragón de la desidia.
Señor, no pongas una valla
delante del abismo;
déjanos ver el fondo,
sentir la tentación de caer,
querer flotar sobre las aguas,
rompernos la cabeza entre las piedras.
Y si alguna vez tropezamos, Señor,
no nos levantes;
para que podamos caminar
con paso firme, Señor,
no nos ampares.

Oración (marzo)

Que pueda pararme bajo la lluvia;
que no quiera permanecer.
Que no recuerde tus manos,
que no importe el reloj.

Que no tengas más significados,
que no quiera repetir tu nombre.
Que no lo piense ni lo escriba en el aire;
que no dibuje sueños.
Que no seas viento ni recuerdos.

Que no me peine para ti;
que no te vea en el espejo.

Que no estés en mis mañanas,
que no venga tu memoria.
Que no se vaya la certeza:
que no alimente los posibles.