miércoles, marzo 29, 2006

Hasta pronto

Por diversos motivos, dejo el blog durante un tiempo; espero que no sea mucho, tal vez un par de meses. Gracias a todos los que habéis estado al otro lado, gracias por vuestros comentarios, críticas y aliento; intentaré regresar lo antes posible. Echaré especialmente de menos "escuchar" a Félix y al Sabio Frestón; en cualquier caso, y como suele decirse, ¡esto no es una despedida!

miércoles, marzo 08, 2006

Meditación

Como un pasillo; una vez hubo una salida. Tú estás al final; lo sé porque me has llamado varias veces mientras caminaba. Me desoriento; me enredo en mis pasos y tropiezo con la pared. No hay luz aquí. Quiero salir al bosque, quiero ponerme un vestido blanco y danzar alrededor de la hoguera. De vez en cuando me paro; no puedo evitarlo. No es suficiente la idea de la luz ahí fuera; a ratos no quiero seguir, sólo encogerme y permanecer aquí; no importa para siempre. Escucho mis propios pensamientos: son como un eco que retumba. Quiero acallarlos; quiero escuchar otra voz pequeña, dentro de mí. Escuchar a la niña; sé que sigue ahí.

Espera. La he encontrado, camina de mi mano. El pasillo es un poco más ancho. Está asustada. No me reconoce; yo no era así, ahí fuera. Yo corría con ella por la playa, le lanzaba el agua del mar. Yo le ayudaba a contar las estrellas; le enseñé a no tener miedo. A desear siempre algo. Ahora no me reconoce, quiere que la saque de aquí. Le digo que tal vez sea ella la que conoce el camino, tal vez si me dejo guiar… los pensamientos son más débiles. Le pido que me hable del mundo ahí fuera; casi lo he olvidado. Me habla de una brisa, junto al mar. El mar debe ser algo tan hermoso… me habla de una noche clara de verano. Me dice que no debo rescatar todos los recuerdos, sólo los buenos. Que cavaremos juntas un agujero en la arena, y en él enterraremos todas las cosas malas. Lloro. Ella aprieta fuerte mi mano, pero me dice que no debemos detenernos. Que tú esperas al otro lado. Le digo que ahora ya casi no escucho mis pensamientos, pero aún tengo miedo. Miedo de que ella se marche otra vez, contigo sólo quiero ser esa niña. "No olvides ese cielo", me dice, "y seguiré a tu lado". "Tú me enseñaste a soñar; yo te recordaré cómo se hace: cierra los ojos".

Lo recuerdo. Un cielo estrellado y el murmullo de las olas. El olor del mar. Crepitaba una hoguera. Siento su calor en el rostro. Abro los ojos. Estoy en el claro del bosque; tú estás a mi lado. Entre los árboles, la niña hace un gesto para despedirse; sé que, aunque se marche ahora, seguirá conmigo. Cojo tu mano y te sonrío: también yo debo marcharme, aún tenemos un camino por recorrer. Pero volveremos a encontrarnos aquí, frente a la hoguera, tal vez para siempre.