Nadie tendió una mano esta noche.
Nadie tocó tu frente para desmentir la fiebre.
Nadie vino a ofrecer su consuelo en un vaso de leche caliente.
La mañana llega desdibujada, y los poemas
tiritan muertos entre lo que nunca podrás expresar.
Sólo las voces vienen a despertarte;
sólo la triste comparsa del delirio apaga a estas horas tu rutina.
Sí se acordaron de las dos pastillas
apoyadas contra el borde de tu cerebro.
Ellas, tus voces, gritan más alto para que no las tomes.
Pero recuerdas los muros estrechos
de un hospital con batas verdes,
y diluyes con agua la amenaza
mientras te preguntas si aún puede soñar
la otra mitad de tu mirada.
martes, mayo 10, 2005
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4 comentarios:
De lo mejor que te he leido. Ya tengo linkada tu página. Feliz viaje común.
¡Gracias por el aliento!
Dale caña. Tienes mucho espíritu y versos por dictar compañera.
Nos vemos.
Un placer...
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